Las investigaciones aquí desarrolladas1 buscan una aproximación interdisciplinaria al fenómeno de la salud y la enfermedad, así como a la naturaleza de la práctica médica en la postmodernidad. La filosofía de la medicina se inspira fundamentalmente en la actual filosofía de la ciencia, que ha abandonado la idea de una realidad objetiva o de un orden natural inmutable, reemplazándola por la representación de nuestro conocimiento, adquiriendo así uno de sus rasgos fundamentales, el carácter holístico e interpretativo.
El "giro hermenéutico" o método interpretativo de la clínica ha llegando a la medicina, al punto que la naturaleza "textual" del diagnóstico, o mejor 'contextual', por su semejanza con el movimiento postmoderno de crítica literaria puede ser llamado deconstruccionista, dado que se basa en la ruptura del lazo entre significante y significado, privilegiando el contexto.
La medicina, como se ve al atender a estos presupuestos, se encuentra hoy en una crisis de identidad respecto de su objeto, método y fin, que se expresa en un conflicto de paradigmas o modelos de racionalidad médica. La salud como la enfermedad son dos conceptos que están siendo continuamente reconstruidos a partir de negociaciones y reconfiguraciones socioculturales, siendo la construcción de un discurso que informe a la práctica clínica un lugar crucial en la determinación valórica del estatuto médico. Hay que reflexionar pues sobre los orígenes y modo de constitución del discurso médico, la forma en que su hablar dibuja la realidad, la reifica, y le otorga un basamento epistemológico a partir del cual realizar preguntas tan cruciales, de compromisos valóricos tan sustantivos, como si lo que hay son enfermos o enfermedades, es decir, cuál es el estatuto ontológico de la enfermedad o de su contraparte, la salud, qué tipo de realidad son.
Precisamente, en la constante re-creación de sus objetos, práctica que surge en una comunidad de problemas, en un espacio de representación colectiva en el cual se da la ciencia, en este caso particular, la ciencia médica como actividad humana. Las comunidades científicas son comunidades de problemas y, sobre todo, de retóricas. Una médico, un biólogo o un químico, reconoce a otro como par competente por su modo de concebir y desarrollar enunciados verosímiles sobre algún interés investigativo común. De modo que lo que caracteriza a las disciplinas, cuando se consolidan como tal disciplina, esto es, cuanto revisten un estatuto propio, es un lenguaje propio, y con esto no se apunta a los tecnicismos sino al modo propio de racionalidad que es puesto en juego en tales quehaceres, de modo tal que es una determinada retórica, una particular forma de hablar y de referirse a objetos, creándolos con el habla, el que funda a a medicina como cuerpo autónomo de conocimientos, vale decir como ciencia de primer orden. Las disciplinas, pues, en tanto discursos, están, literalmente, constituidas por él. es menester estudiar el discurso científico en tanto que discurso, hay que reflexionar sobre sus orígenes y modo de constitución, hay que aceptar que no es sólo un producto sino una fuerza productiva. La realidad es una narrativa exitosa. Es aquello que se hace hablando en una comunidad de reconstrucciones de objetos que sólo existen en tanto se habla de ellos de una determinada manera, en un hospital por ejemplo.
La perspectiva médica, como se ha adelantado, con su carácter holístico e integrador intenta salvar de la dispersión a esta particular disciplina que es la Antropología y que, precisamente, por la contingencia y contemporaneidad de sus problemas amenaza con escindirse en medio del paroxismo de la especialización científica. Las distintas “Antropologías”; la Física, la Cultural, la Filosófica, la Forense, encuentran un núcleo en la esperanzadora perspectiva que ofrece la Antropología Médica, la que –con su enfoque integrador– tiene como objeto de estudio al ser humano en cuanto “capaz de enfermar y en cuanto susceptible de ser ayudado en la curación”, así como una lúcida conciencia de que estos límites de la existencia humana contienen y condicionan cualquiera otra dimensión de la vida. Por ello la Antropología médica no se ocupará sólo del desarrollo tecno-científico – de los trasplantes y prótesis, de los nano-implantes, de las intervenciones laparoscópicas, de los psico-fármacos, de la inmuno-genética, etc. sino que también de los innumerables y sutiles matices que comportan la salud, la enfermedad, la curación, y la muerte, conformando nuevas formas de subjetividad e incluso una 'nueva carne'. Y aunque pese a todo la tecnociencia continúa siendo el modelo dominante, comienzan a valorarse las posibilidades del modelo humanista con la introducción del sujeto en medicina, el sujeto patológico, clínico y terapéutico, según el orden histórico y acaso sistemático de dicha introducción
La Antropología se constituye a partir de una multiplicidad de miradas sobre el hombre –normal o patológicamente considerado– con particular atención a la Anatomía, la Fisiología y la Biología, para así una vez conocida la estructura y funcionamiento del hombre en su dimensión física, dar lugar a investigaciones que interroguen por las múltiples causas de la enfermedad, su etiología, patología, diagnóstico, pronóstico, tratamiento y profilaxis. Lenguaje, mirada y gesto se han transformado. La naturaleza de lo que se entiende por “enfermedad” ha sufrido una modificación radical.
El lenguaje de la medicina moderna ya era inconmensurable respecto a estos cambios: hablaba de síntomas, buscaba causas en forma de agentes infecciosos que irritan los tejidos. Su mirada apuntaba al diagnóstico, al pronóstico y la determinación de la intervención más eficaz. Esta mirada supuestamente objetiva se prologaba en artificios técnicos y procedimentales que permitía penetrar los cuerpos (como el estetoscopio y la práctica de la autopsia, base de la anatomía patológica). Pues el cuerpo objetivado es opaco: la fenomenología de los síntomas no permite tener la certeza de la causa verdadera. Para ello es preciso analizar, operar, abrir2. El lugar apropiado de la captación objetiva y operatoria de las enfermedades y del tratamiento de las enfermedades se desplaza al hospital. Con el cambio epistemológico, todo cambia, incluso el status institucional de la medicina, que se convierte en profesión liberal protegida y organizada en un cuerpo colegiado.
Hoy la medicina parece tomar nuevos rumbos, el desarrollo de los procedimientos quirúrgico no invasivos, la micro-auscultación informática, evidencia este cambio de paradigma.
El espacio de investigación que esta disciplina -la Antropología médica- intenta abordar comprende tanto las dimensiones objetivas como subjetivas del hecho médico, así como las cuestiones fundamentales en torno al estatuto ontológico de la enfermedad. Se busca desde una visión humanística y científica hacer una lectura de los contenidos simbólicos del continuum salud-enfermedad estructurados y fundamentados en la relación de los “agentes patógenos” y la estructura social. Así a través de un enfoque tanto holístico como interpretativo o hermenéutico se valoran las posibilidades del modelo humanista con la introducción del sujeto en medicina; el sujeto patológico, clínico y terapéutico, dando lugar a un importante giro filosófico de la medicina. Frente al carácter normativo de la bioética, la iatrofilosofía o filosofía de la medicina asume otro rol, más bien epistemológico y metafísico, haciéndose hoy necesaria la delimitación de ambos campos, el filosófico y el bioético.
La antropología médica no sólo aportará conocimientos para reinscribir estos saberes en los sistemas de organización cognoscitiva del currículo médico, sino que intentará proveer un conocimiento principial –en torno a la irrevocable función social que la medicina comporta– para el desarrollo de planes de acción en salud pública.
De este modo, caben también dentro de estas consideraciones los aspectos sociales, económicos y culturales que inciden en la aparición de las enfermedades y las condiciones que hacen posible la salud. Hombre-Enfermedad - Historia y Cultura serán los ejes de un preguntar sistemático. Se interrogará cómo la cultura puede estar relacionada con la morbilidad, natalidad y mortalidad. Dentro de estos amplios contextos se dará curso a estudios etno-terapéuticos como bioéticos. La cultura médica no puede descuidar el contexto funcional al que se integra en sus manifestaciones físicas y psíquicas. De este modo entretejeremos las redes de lo humano, con todo lo de trascendente y precario que tal condición supone, ”un embutido de ángel y bestia”.