Observaciones Filosóficas - Aproximación a la Política y el quinismo en el proyecto de Sloterdijk: De “En el mismo Barco” a “Normas para el parque humano”
En En el mismo barco, ensayo sobre Hiperpolítica,1 el filosofo alemán Peter Sloterdijk realiza una advertencia decisiva: “La tradición filosófica - desde Platón en adelante -, nos ha heredado un concepto de política, sometido en lo concreto a una racionalidad verticalista que funda sus principios en supuestos metafísicos, que en la modernidad, y luego de las dos grandes guerras mundiales, ya no tiene cabida”2; “el arte de lo posible”, fragmento Biskmarkiano introducido por el filósofo alemán al comienzo de su obra de 1993, sugiere revisar la posibilidad real de la política, tal y como ha sido llevada hasta nuestros días.3
De acuerdo con Sloterdijk, en cuanto uno se toma suficientemente en serio la propuesta de Bismark, aparecen en él connotaciones que conducen hasta las indagaciones de Platón acerca de las cualidades del hombre de Estado4 y hasta las preguntas aristotélicas sobre el fundamento de la capacidad de convivencia de los hombres en comunidad.5 Pero el descubrimiento de lo difícil que resulta mantener unidos a los hombres en ciudades y Estados para una vida buena en común no es, con seguridad, - destaca el filósofo - una exclusividad de los griegos.
“Al historiar este tipo de asuntos hay que plantear un cierto decurso paralelo entre historia de los hechos e historia de los problemas y, consecuentemente, admitir que la conciencia de las posibles crisis y degeneraciones de lo político tiene un alcance histórico apenas menor que el de la propia historia real de las ciudades, los imperios y los reinados”.6
Sloterdijk, sugiere ir más allá de la asignación tradicional que vincula el comienzo de la política clásica con la aparición de la filosofía griega (y su consecuente relación histórica con el surgimiento de los grandes imperios),7 sino, por el contrario, sugiere partir por un comienzo nuevo y anterior del adquirido de las tradiciones científicas habituales.8
Propone, dividir la historia de la humanidad en tres grandes conformaciones humanas, partiendo por aquellas agrupaciones anteriores al periodo de los asentamientos civilizatorios: aquel periodo de grupos humanos nómadas,9de cazadores recolectores, que Sloterdijk define como el primer momento de las conformaciones políticas: “la paleopolitíca” o el arte de lo posible en menor escala.10
Posteriormente, y solo como segundo momento de su clasificación etnopolítica, define a la “política clásica”, como aquel periodo de las altas culturas” (Hochkulturen),11donde Platón y Aristóteles juegan un rol fundamental para poner un techo metafísico que vincula a la política con elementos fijos, como la patria, o la tierra.12 Para finalmente concluir con un tercer momento, la “Hiperpolítica”, periodo que caracteriza la situación política actual y su consecuente dificultad para mantener el enunciado Bismarkiano utilizado por el autor como Introito.
Ahora bien, para comenzar con una interpretación a nuestro juicio más certera del texto a analizar, cabe hacer mención, lo que para nosotros refleja la elección de la Figura de Biskmark en el ensayo de 1993.
Otto von Biskmark era un conocido estadista Alemán, de fines del siglo XIX, activo participante en la unificación de Alemania en tiempos del segundo Reich13, y es considerado además, uno de los precursores de la creación del Estado Alemán moderno, desde presupuestos autoritarios, antiparlamentarios y nacionalistas.14 Este prócer alemán, es considerado el precursor de los caracteres más modernos de la política imperialista alemana y es calificado por muchos politólogos como un icono significativo de la “política de Estados” en la era moderna.15
No es necesario profundizar en las implicancias que los imperialismos han tenido, no sólo para la historia de Alemania, sino también, para la historia europea en general. Baste recordar las consecuencias que los fascismos - como el Nacional Socialismo - han generado en Europa, y las secuelas que estos hechos han tenido en las grandes ideologías del siglo recién pasado.16 Buen ejemplo de ello lo constituye la interpretación que realiza Sloterdijk en Crítica de la razón cínica17 a la corriente filosófica llamada como “Teoría Crítica”,18 la que define como “ciencia melancólica”19:
“Desde un punto de vista político y Neurológico, esta perspectiva se fundamenta en una actitud de reproche, mescla de sufrimiento, desprecio e ira contra todo lo que tiene poder (…) inspirándose en un arcaico <no> al mundo del padre, el de los legisladores y los negociantes. Su prejuicio viene a decir que de este mundo solo puede salir poder perverso contra todo lo vivo. Y aquí estriba el estancamiento de la Teoría Critica. El efecto de ofensiva (…) hace tiempo que se ha agotado. El elemento masoquista ha superado al creativo”.20
Cabe señalar, que Sloterdijk perteneció en sus primeros años de filósofo a este movimiento (también llamado como Escuela de Frankfurt), pero sin embargo se separa definitivamente de éste en el año 1983, luego de la publicación de su obra referida anteriormente.21
Pero, volviendo a nuestro asunto ¿por qué la elección de una figura tan polémica para la historia alemana como lo fue Otto von Bismark?
A nuestro parecer la figura del dictador alemán utilizada aquí por Sloterdijk, no cumple sólo la función literaria de preámbulo para lo que se desarrollará más adelante en el texto En el mismo barco, sino que además, refleja para nosotros, el modo programático del filósofo alemán para posicionar su filosofía. Como afirma el filosofo español Germán Cano22 “Sloterdijk fiel a su insolente programa quínico bosquejado en Crítica de la Razón cínica, pretende instalar sus asuntos”.23
Según Cano, las reflexiones de Sloterdijk no pueden considerarse sin prestar atención a la definición de “Quinismo” 24 que el filosofo alemán realiza en su obra anterior a En el mismo Barco, pues como refiere en el prologo de Experimentos con uno mismo, conversaciones con Carlos Oliveira (obra posterior a los dos texto referidos anteriormente) los argumentos de Sloterdijk siempre buscan posicionarse hurgando la “herida restañada” de nuestro presente.25No puede entenderse –afirma el filósofo español- la “filosofía experimental” de Sloterdijk sin esta “pedagogía crítica de la provocación”:
“(…) pues, arrostrar esa situación de fragilidad cultural en la que se encuentra el hombre moderno, no temer al contagio de sus “neurosis epocales”, en síntesis, probar sus amargos venenos en busca de antídoto, no es más que el reflejo de que para Sloterdijk (…) arrostrar la avalancha es preferible a huir o refugiarse en argumentos de buena voluntad”.26
Esta afirmación que sugiere interpretar a Sloterdijk como un pensador “quínico” -, es considerada por nosotros como una mirada plausible para entender al autor de En el mismo barco, y será considerada como hipótesis directriz del presente trabajo.
Cabe señalar, que no es primera vez que Sloterdijk hace uso polémico de representaciones provocadoras que remiten a hechos incómodos de la cuestionada historia de su país. Un buen ejemplo de ello es el debate de Sloterdijk con Habermas – propiciado por el polémico texto publicado cinco años después que En el mismo barco denominado Normas para el parque humano. Una respuesta a la carta sobre el humanismo de Heidegger27, en donde este último acusa a Sloterdijk de levantar los fantasmas del Nacional Socialismo al emplear conceptos como “domesticación del animal humano” y “eugenesia”; o en un plano ya más academicista, de permitirse el autor - como se verá más adelante - entablar diálogos con figuras siempre veneradas para la historia del pensamiento alemán de la talla de Martín Heidegger o de Friedrich Nietszche.
Haciendo un breve paréntesis a lo que nos proponemos, vale aclarar que La Carta sobre el humanismo,28es un obra de Heidegger, que responde a una carta enviada por su alumno francés Jean Beaufret, en la que le pregunta: ¿Cómo dar un nuevo sentido al Humanismo? en directa relación a los “ismos” imperantes en periodos de la post guerra (el marxismo, el existencialismo y el cristianismo). Esa respuesta es publicada en el año 1947 bajo el nombre anteriormente referido.29
Lo relevante es que esta discusión es retomada por Sloterdijk - a partir de nuevas perspectivas - en su conferencia pronunciada, primero en Basilea, en junio de 1997, en el contexto de un ciclo literario sobre la actualidad del humanismo, y después, con reducidas modificaciones, en el castillo de Elmau, Baviera, en julio de 1999, en el marco del Simposio Internacional Jenseits des Seins / Exodus from Being / Philosophie nach Heidegger, que formó parte de una serie de Simposios acerca de La filosofía en el final del siglo (Philosophie am Ende des Jarhunderts), cuya publicación envuelve a Sloterdijk en una famosa polémica alrededor de las posibilidades de la técnica moderna de intervenir en el desarrollo futuro de la especie humana.30
Lo interesante es destacar, que esa vinculación de Sloterdijk con la técnica, y su legitimidad epistemológica que el filósofo alemán le asigna para su concepción filosófica de la humanidad,31 es también anunciada en varios textos anteriores a su conferencia de Basilea, de entre los cuales destaca el texto En el mismo Barco, ensayo sobre Hiperpolítica. Sin embargo, este último no logra el revuelo mediático que su posterior discurso en torno a la Carta de del humanismo Heidegger.
Ahora bien, las posibles razones por la cual el primero no logra el impacto del segundo (razones que no nos proponemos analizar aquí) no es suficiente como para no asumir que ambos textos responden a un mismo modo programático de realizar la puesta en escena de las ideas del filosofo alemán. Esto, pues – como ya hemos afirmado - la figura de Biskmark, no representa para nosotros sólo el significado inocentemente introductorio para dirigir el desarrollo de lo que sigue en su ensayo de 1993; sino mas bien, y al igual como las figuras de Nietzsche y Heidegger tienen en su discurso de Basilea, son figuras elegidas con conciencia por Sloterdijk para lograr lo que en sus propias palabras define como “echar a girar la rueda de la crítica”:
“Son los heridos graves de la cultura los que con grandes esfuerzos encuentran algunos remedios curativos y hacen girar la rueda de la crítica (…) la herida de Rosseau, la herida de Schelling, la herida de Heine, la herida de Marx, la herida de Kierkegaard, la herida de Nietzsche (…), la herida de Freud, la herida de Heidegger (…) Y de la auto curación de las grandes heridas surgen criticas que sirven a las épocas de puntos de reunión de la autovivencia. Toda crítica es trabajo de pioneros en el dolor epocal y una pieza de curación ejemplar”.32
El “Quinismo” como concepto, es utilizado por Sloterdijk en su Crítica de la Razón Cínica, para distinguir el Cinismo antiguo (Fundado por Diógenes de Sínope y otros pensadores que se llaman a sí mismos como filósofos perrunos o “secta del perro”) del cinismo moderno (“cinismo”), que incluye a Nietzsche, a los hippies y a los posmodernos; todos estos despreciadores de los convencionalismos de su tiempo, pero con la distinción que las cosas que aceptan y desprecian son diferentes, tanto por el cambio de situación histórica, como por la forma de ejercitar la crítica.33
Lo relevante es destacar que Sloterdijk ve en el quinismo una particular forma de ejercitar el verismo, que tanto los antiguos como algunos modernos mantienen intacto; una suerte de estrategia y táctica combinadas, de sospecha y de desinhibición a la vez, donde la insolencia juega un rol relevante:
“El antiguo quinismo es, al menos en su origen griego, insolente por principio. En su insolencia hay un método digno de descubrirse. Injustamente, este primer y real materialismo dialectico, que también era un existencialismo, se considera y, consiguientemente, se pasa por alto, frente a los grandes sistemas de la filosofía griega (Platón, Aristóteles y la Stoa), como un mero juego satírico, como episodios a mitad de camino entre la diversión y la porquería. En el Kynismos se encontró una forma del argumentar con la que el pensar serio hasta el día de hoy no sabe qué hacer”.34
Cabe señalar que, Sloterdijk, en ningún momento se define a sí mismo como “quínico”, “cínico” o “neo-cínico”,35 sin embargo la afirmación de Cano nos parece plausible para comprender, no solo a En el mismo barco, sino también casi la mayoría de sus obras posteriores a Critica de la Razón Cínica,36pues como afirma el filosofo español, los argumentos de Sloterdijk “parecen querer situarse siempre en el centro polémico de las contingencias más actuales de la modernidad”.37
En por este motivo que nos parece legítimo argumentar que el uso que Sloterdijk asigna a la figura de Biskmark, pertenece precisamente a su método programático de hacer filosofía, esto es, a través de la provocación y la insolencia elegir figuras corrosivas para el posicionamiento de su “pensamiento experimental”38 y de esta manera aguardar, y luego interpretar las consecuencias que sus desafíos generan en el circulo mediático. Pues – reiteramos: ¿de qué otra manera se puede explicar la introducción de tan polémico personaje al principio del texto? ¿Acaso para reintroducir la idea Platónica del ejercicio político como un “arte” 39, y no como una ciencia política, al estilo de cómo suele denominársele hoy?
Es interesante destacar que Sloterdijk, sí define de esta manera a Nietzsche, quien según refiere el autor, se proclamaba a sí mismo como un cínico:
“La decisiva auto designación de Nietzsche, a menudo pasada por alto, es la de <cínico>. Con ello, él se convirtió, junto con Marx, en el pensador más influyente del siglo. En el cinismo de Nietzsche se presenta una relación modificada del acto de <decir la verdad>: es una relación de estrategia y de táctica, de sospecha y de desinhibición, de pragmatismo e instrumentalismo, todo ello en la maniobra de un yo político que piensa en primer y último término en sí mismo, que interiormente transige y exteriormente se acoraza.”40
Es, tal vez, de un modo programático similar al de Nietzsche con que el filosofo español Germán Cano visualiza la filosofía insolente de Peter Sloterdijk. Con la salvedad, de que hay principios y perspectivas filosóficas que distinguen las apuestas de ambos autores.41
Esto se justifica si se considera que Sloterdijk perfectamente pudo comenzar su ensayo de “Hiperpolítica”, utilizando al primer filósofo en mencionar a la política como un arte. Fue Platón quien por primera vez define a la política como un arte y de él se desprenden las posteriores definiciones hasta los días de Bismark.
En su texto Político,42 el filósofo griego - empleando la figura literaria del dialogo43 - define a la política como “el arte de ocuparse de los rebaños” o “el arte de atender a los rebaños” con el propósito de intentar situar una clasificación filosófico-ética del arte político como “el arte del saber guiar”.44 Sloterdijk no comienza su ensayo con el filósofo griego, sin embargo, en la segunda parte de éste, la que titula como “Atletismo de Estado, sobre el espíritu de la megalopatía”45 le dedica un amplio espacio para revisar “el mito de la reversión periódica del universo” (fábula utilizada por Platón para justificar la vinculación del hombre con la tierra), y a la instauración de lo que Sloterdijk llama metafísica megalopática:
“De entre todas las culturas superiores la filosofía griega es, en este sentido, la institución más claramente motivada por el espíritu de lo grande (…) Entre los varones Griegos comenzó en tiempos de Heráclito y Platón un juego del más alto nivel (…) ahora bien si megalómano es el hombre que se mete en grandes cosas (…) ¿Cómo debe denominarse a quienes, una vez que se han hecho cargo de las grandes cosas, ya no la abandonan nunca jamás? Propongo llamarlos megalópatas”.46
Interesante es destacar también (fortaleciendo la vinculación entre su ensayo En el Mismo Barco con su discurso Normas para el parque humano) que de hecho, esta misma idea Platónica del político como “pastor de rebaño”, es retomada por Sloterdijk en el discurso de Basilea (y posteriormente en el Castillo de Elmau Baviera), aunque, esta vez, bajo un prisma diferente. Ocupando la idea Nietzscheana, del hombre como animal bajo influjo,47 desarrolla la idea de que “el humanismo amansa”, y por tanto, la posibilidad de la domesticación humana se devela como uno de los componentes fundamentales (aunque solapado) del programa humanista.48 De ahí derivan las acusaciones más arriba descritas, destacando también la elección provocativa del filósofo alemán al utilizar las figuras de Heidegger y Nietzsche (del primero al contestar su carta, con ánimos claramente descontextualizadores49 y del segundo, de quien extrae una de sus tesis más polémicas “el hombre como animal bajo influjo”).50
Es en este mismo sentido que a nuestro parecer, la figura del dictador alemán – Bismark - es elegida por Sloterdijk, en En el mismo barco, con el propósito de situar su ensayo en un contexto mucho más presente y contingente a su propia situación política, y de paso, intentar encender por primera vez la mecha de la polémica historia imperialista alemana.51
La elección de Bismark - como elemento provocativo -, nos parece plausible para comprender la practica Sloterdjkiana (que busca remover tradiciones conceptuales a través de estas figuras corrosivas de la historia alemana), para de esta manera – con su particular forma de practicar la crítica- provocar “movimientos” en las comprensiones políticas actuales y, situar la discusión en escenarios a su juicio mucho más urgentes y contingentes a la situación de crisis que el arte de la convivencia está teniendo en la modernidad.
Cuando pensamos en “contingencia”, no nos referimos a las situaciones políticas actuales (movimientos principalmente juveniles como el movimiento español de indignados del 15-M- o las marchas estudiantiles de México, Colombia y Chile), sino específicamente a las ideas centrales contenidas en el texto de 1993; las cuales, si bien, no se enmarcan en tiempos tan convulsionados socialmente como el actual (pues fue escrito hace dos décadas atrás), si se presentan como pertinentes para una lectura atingente a estos acontecimientos socio-revolucionarios.
Nos referimos, más precisamente, a la condición política decadente que Sloterdijk declara en su ensayo de 1993. Caracterizada ésta por un individualismo burgués en ascenso, que tanto las políticas neoliberales como las sociedades del bienestar están generando en la modernidad; la necesaria discusión que propone el autor en torno al tema educativo de la selección y cría en un mundo vaciado de valores (tema que aunque se presenta más explicito en Normas para el parque humano se percibe latente en En el mismo barco); el holismo exagerado y epistemológicamente sospechoso del mundo globalizado (en directa alusión a Tratado de Mastrich y a la coalición de Estados Europeos)52, y, por último, y como síntoma de todo lo anterior, la vinculación hoy debilitada entre política y Estado. Pues para Sloterdijk, y en relación a todo lo anterior, el Estado se ha convertido “en un castillo de arena, donde el escepticismo muerde con voracidad todas las estructuras de apariencia sólida”.53
Recibido: 12 de junio de 2012
Aprobado: 29 de julio de 2012