La universidad es un choque con la “política del saber” de los que resistimos, y en donde la dicha nos consume. Es un choque con los neofilósofos y con los poetas neovanguardistas de la metagramatización. Estos poetas, aunque hayan publicado más de diez libros, prosiguen inéditos porque las editoriales no poseen la líbido que la poesía derrama bella y subversivamente.
Por otro lado, están los poetas-riopedrenses en la escoria de los “micrófonos-abiertos” que viven de la universidad mediocre. Estos sanjuaneros-poéticos escriben aterrados y leen celiacamente. La colonia les ha cosido los labios y el esfínter. Las editoriales colerinas que los trafican nabucodonosormente ni riegan la voz ni esperman las palabras. La colonia, independentista o no, cocacolamente o no, los “prohibe”. Los persigue y los exilia. La “profesión de verdad” ha sido falseada colonialmente. Su yanquización ha sido la forma demokrática de pervertirlos. La universidad hiede y ha sido putada.
El “nuevo bachillerato” de la Universidad de Puerto Rico no ha funcionado, porque su misión ha sido falseada. En los últimos trece años la Universidad ha dejado de serse. Ese “nuevo bachillerato” se ha convertido en algo inútil y en una deformación intelectual del trasfondo de todos los estudiantes que lo padecen. Los estudiantes han sido descojonados y desmatrizados.
La universidad se ha convertido en un mito. El problema con este “nuevo bachillerato” es que los profesores saben que es inútil y no se manifiestan en su contra. Estos asumen el silencio de sus comités mansa, demokrática y appumente, y se hacen cómplices de la mediocridad que dicho bachillerato genera. Los comensales se sientan en los triclinios del humanismo-demokrático a comer la corroña del espíritu. Son cómplices de sus clases individuales, a pesar de que algunas clases resulten “excelentes” y otras sean asumidas esbirramente. Las alcantarillas de la universidad de Río Piedras huelen a gasolina. Sólo faltan los fósforos. Los profesores de Estudios Hispánicos mariconean en el silencio de los autohomofóbicos. La universidad produce clones.
Una vez más nos vemos precisados a levantar la voz contra el fracaso de los neoliberales, contra el concepto de los técnicos de la universidad posmoderna y de la universidad neocolonialista. El intento de tecnologizar la universidad muñocistamente es mezquino y empobrecedor. Los técnicos peroran y sainetisan. Los técnicos leperonizan y son hombres que pelafustean. La misión de la universidad ha desaparecido en la realidad de los diezmos. Periodistas, estudiantes y profesores han sido fornicados por el anhelo hipercolonial de la estadidad: ¡el ser esclavos yanquis! Los politólogos de la radio y de la televisión se han corrompido sexoralmente y se han podrido y se han prostituido en el intento fallido de alcanzar el siddha. El atma de estos ha fracasado. La universidad demokrática produce estudiantitos. La universidad es el estercolero de la demokracia y viceversa: la demokracia es el estiércol de la universidad. (Los profesores estercoleran el saber de la libertá.) La universidad es la apariencia de los burócratas del infierno.
La universidad se pauperrimiza. Y los estudiantes se han convertido, después de la derrota de la huelga (2010), en la miseria de la enajenación y en los condenados de la tierra. Son los articulistas “of the new Bachelor of Arts (B.A.)” y se consumen bajo el paternalismo de los profesores. Las humanidades declinan. Y el sentido de lo orgiástico y de lo orgásmico ha culminado. La literatura se anarquiza. Lo greco-romano se abandona. Los “neopoetas” no conocen a Ovidio: La metamorfosis. No hay latín, no hay griego antiguo. No conocen a Kafka, ni a Nietzsche, ni a Cioran. (Ni a Duras, ni a Martín Adán, ni a Lima). La mayoría de los estudiantes no saben conceptualizar, no saben sinonimizar; viven en la miseria de los sinónimos que los consume y le tienen terror a los neologismos. Y este movimiento poésico de la lengua hacia sí misma les resulta extraño yanquista-y-castellanamente. Este movimiento de la fuerza política e intelectual de la poesía porno-lírica los desorienta. Ignoran totalmente la poesía (del yo poesío), desconocen la realidad (del yo realido), e ignoran el laberinto asteriónico de lo antigramatical y de la libertá.
Los estudiantes tienen que enfrentarse a su propia denigración y a su propia miseria con o sin el visto bueno de los profesores de derecha y de los burócratas muñocistas. Los estudiantes tienen que enfrentarse a la universidad como mercancía técnica del capitalismo. Tienen que enfrentarse al pensamiento (a la filosofía, al arte, a la política--al aburrimiento, a la babosidad, a lo fatuo, etc.--). La universidad tiene que renunciar políticamente a su propio suicidio. La universidad tiene que quemar sus propios ataúdes. Su propio “sementerio”. Tiene que enfrentarse a los burócratas, a los costumbristas, a los cristianos, a los nihilistas de la democracia y a las celestinas y a los bugarrones de la paz.
Esto tiene que acaecer así, porque los estudiantes son el cuerpo y el alma de dichas estructuras vacías: los salones despojados de sus profesores-dionisíacos. Los estudiantes son la reciprocidad que la colonia ha pretendido arrebatarles: los estudiantes y los profesores como síndicos. Los estudiantes como los entes que nombren su presidente y sus decanos. No sólo se puede padecer la “ley”, sino que hay que ser parte de ella, hay que forjarla. Los estudiantes tienen que enamorar a Dike. Tienen que serla. Porque las Horas son la parte esencial de los que forjaron el tiempo de Kairós. Los estudiantes son los que pueden detener el tiempo acaecido de la “Casa de Estudios” (=Jaime Benítez). La universidad se ha tornado decadente. Y ella misma, anexionizada, se ha convertido en el sarcófago de los que pelearon para que la universidad no se les escurriera entre los dedos. Pero esto ha sucedido. Kairós se ha fatigado. Kairós se limaba las uñas.
La universidad olía y huele a podredumbre. La universidad huele a “welfare”. Olía y continúa oliendo a plutocracia. Los estudiantes piden limosnas miserablemente en las esquinas y en los kioscos de una universidad apolillada que los convierte en la purulencia misma del espíritu. El saber universal se ha suspendido. Se ha sustituido por el “saber” del simulacro de la globalización. La universidad finge que sabe. Finge que performa. Finge que arde y que arte. Finge que premia la belleza de los “poetas” inexistentes que celebran el turismo. Su libertá de expresión ha sido sodomizada: ¡No grafites! ¡No carteles! ¡No poesíes! ¡No haikus! ¡No pienses! ¡No aforismes! ¡No fumes, ni te arrebates, ni bebas! ¡No hagas el amor! (¡Sólo habla en inglés cretinamente en los corredores de los hexágonos de la estupidez y de la muerte muñocista ahora, anexionista mañana!)
La “política del saber” ha sido suspendida. Los exégetas han sido castrados en la lengua (en el falo y en el clítoris). Las hermenéuticas latinoamericanas han sido arrojadas a la basura. Los zafacones están de pláceme. Las violaciones están de moda en todos los pasillos oscuros de la universidad. El feminismo se ha cosido los labios de la cara y se ha cosido los labios de la vulva. El amor libre también ha fracasado. El crimen aumenta. El suicidio se desborda de las latas de carne beef. Las vitrinas se han llenado de suicidas. El siddha es el secreto de los monjes, de los poetas, de los oshos y de los suzukis. El siddha es profundamente zen.
El silencio de la
universidad es espantoso. La complicidad de la universidad con la
traición y con el reino de los colegas gusanos
y colaboracionistas es siniestra. Elimas (Muñoz; Guadalupe:
Magdala) es el líder del suicidio muñocista. El crimen triunfa.1
Y los colegas callan. Los araneros dirigen la universidad, la
encarcelan, la empobrecen, la roban, y la encarecen.
¿Para qué escandalizar los espacios vacíos de su propia idiotez y de su propia despersonalización? “¿Qué escándalo soy yo para mí mismo? Porque el escándalo trivial de los escandalizadores de la democracia en su des-funcionalidad no nos afecta, porque el parricidio y el matricidio se han convertido en el hecho cotidiano de la sociedad del espectáculo, donde irrumpen la fraternidad del terror y los adolescentes oscuros. Kierkegaard-Nietzsche, Jesús-Gandhi, Nerval-Van Gogh, Breton-Artaud, etc., serían los modelos desastrosos y radicales de este rompimiento burgués. Ante ese-gesto-de-la-violencia-santa, importa poco el silencio de los que fingen, o-el-silencio-de-la-“inmensa”-mayoría-de-la-democracia-invasora (o-el-silencio-de-la-democracia-hegemónica).
El saber se han convertido en mercancía.
Fecha de recepción 10 de diciembre de 2013
Fecha de aceptación 17 de enero de 2013