Buscar//InicioNúmero ActualArtículosDocumentosAgendaPostgradoQuienes SomosContactoLinks//
--------------------------
Revista Observaciones Filosóficas


Revista Observaciones Filosóficas

Categorías
Antropología Filosófica | Filosofía Contemporánea | Lógica y Filosofía de la Ciencia | Estética y Teoría del Arte
Literatura y Lingüística Aplicada | Ética y Filosofía Política

Artículos Relacionados


enviar Imprimir

art of articleart of article¡La Universidad no existe!

Dr. Yván Silén -  Universidad de Puerto Rico - UPR
Resumen
La universidad me ha vuelto a dejar sin trabajo (2011, 2013). En el fondo les resulto a los síndicos y a los decanos muy “profesor” ... Sí, la universidad se ocupó de hacer el resto, domesticando el saber para volverlo inofensivo”. La universidad se ha convertido en un mito.

The University does not exist!

Abstract
The university has made me leave without work (2011, 2013). Basically they found the trustees and deans very "teacher" ... Yes, the university took to do the rest, taming the knowledge to make it harmless. "The university has become a myth.

Palabras Clave
Universidad, crisis, saber, política, poder, nihilismo

Keywords
University, crisis, know, crises, politics, power, nihilism


“Tenemos que preguntar: ¿Por qué fracasó la universidad? ¿Por qué tuvo que fracasar?”

M. Heidegger


“La universidad se ocupó de hacer el resto,  domesticando el saber para volverlo inofensivo”.

M. Onfray
In principium poesis erat

La universidad es un choque con la “política del saber” de los que resistimos, y en donde la dicha nos consume. Es un choque con los neofilósofos y con los poetas neovanguardistas de la metagramatización. Estos poetas, aunque hayan publicado más de diez libros, prosiguen inéditos porque las editoriales no poseen la líbido que la poesía derrama bella y subversivamente.

Por otro lado, están los poetas-riopedrenses en la escoria de los “micrófonos-abiertos” que viven de la universidad mediocre. Estos sanjuaneros-poéticos escriben aterrados y leen celiacamente. La colonia les ha cosido los labios y el esfínter. Las editoriales colerinas que los trafican nabucodonosormente ni riegan la voz ni esperman las palabras. La colonia, independentista o no, cocacolamente o no, los “prohibe”. Los persigue y los exilia. La “profesión de verdad” ha sido falseada colonialmente. Su yanquización ha sido la forma demokrática de pervertirlos. La universidad hiede y ha sido putada.

El “nuevo bachillerato” de la Universidad de Puerto Rico no ha funcionado, porque su misión ha sido falseada. En los últimos trece años la Universidad ha dejado de serse. Ese “nuevo bachillerato” se ha convertido en algo inútil y en una deformación intelectual del trasfondo de todos los estudiantes que lo padecen. Los estudiantes han sido descojonados y desmatrizados.

La universidad se ha convertido en un mito. El problema con este “nuevo bachillerato” es que los profesores saben que es inútil y no se manifiestan en su contra. Estos asumen el silencio de sus comités mansa, demokrática y appumente, y se hacen cómplices de la mediocridad que dicho bachillerato genera. Los comensales se sientan en los triclinios del humanismo-demokrático a comer la corroña del espíritu. Son cómplices de sus clases individuales, a pesar de que algunas clases resulten “excelentes” y otras sean asumidas esbirramente. Las alcantarillas de la universidad de Río Piedras huelen a gasolina. Sólo faltan los fósforos. Los profesores de Estudios Hispánicos mariconean en el silencio de los autohomofóbicos. La universidad produce clones.

¡La universidad ha fracasado!

Una vez más nos vemos precisados a levantar la voz contra el fracaso de los neoliberales, contra el concepto de los técnicos de la universidad posmoderna y de la universidad neocolonialista. El intento de tecnologizar la universidad muñocistamente es mezquino y empobrecedor. Los técnicos peroran y sainetisan. Los técnicos leperonizan y son hombres que pelafustean. La misión de la universidad ha desaparecido en la realidad de los diezmos. Periodistas, estudiantes y profesores han sido fornicados por el anhelo hipercolonial de la estadidad: ¡el ser esclavos yanquis! Los politólogos de la radio y de la televisión se han corrompido sexoralmente y se han podrido y se han prostituido en el intento fallido de alcanzar el siddha. El atma de estos ha fracasado. La universidad demokrática produce estudiantitos. La universidad es el estercolero de la demokracia y viceversa: la demokracia es el estiércol de la universidad. (Los profesores estercoleran el saber de la libertá.) La universidad es la apariencia de los burócratas del infierno.

La universidad se pauperrimiza. Y los estudiantes se han convertido, después de la derrota de la huelga (2010), en la miseria de la enajenación y en los condenados de la tierra. Son los articulistas “of the new Bachelor of Arts (B.A.)” y se consumen bajo el paternalismo de los profesores. Las humanidades declinan. Y el sentido de lo orgiástico y de lo orgásmico ha culminado. La literatura se anarquiza. Lo greco-romano se abandona. Los “neopoetas” no conocen a Ovidio: La metamorfosis. No hay latín, no hay griego antiguo. No conocen a Kafka, ni a Nietzsche, ni a Cioran. (Ni a Duras, ni a Martín Adán, ni a Lima). La mayoría de los estudiantes no saben conceptualizar, no saben sinonimizar; viven en la miseria de los sinónimos que los consume y le tienen terror a los neologismos. Y este movimiento poésico de la lengua hacia sí misma les resulta extraño yanquista-y-castellanamente. Este movimiento de la fuerza política e intelectual de la poesía porno-lírica los desorienta. Ignoran totalmente la poesía (del yo poesío), desconocen la realidad (del yo realido), e ignoran el laberinto asteriónico de lo antigramatical y de la libertá.

La universidad está en crisis.

Los estudiantes tienen que enfrentarse a su propia denigración y a su propia miseria con o sin el visto bueno de los profesores de derecha y de los burócratas muñocistas. Los estudiantes tienen que enfrentarse a la universidad como mercancía técnica del capitalismo. Tienen que enfrentarse al pensamiento (a la filosofía, al arte, a la política--al aburrimiento, a la babosidad, a lo fatuo, etc.--). La universidad tiene que renunciar políticamente a su propio suicidio. La universidad tiene que quemar sus propios ataúdes. Su propio “sementerio”. Tiene que enfrentarse a los burócratas, a los costumbristas, a los cristianos, a los nihilistas de la democracia y a las celestinas y a los bugarrones de la paz.

Esto tiene que acaecer así, porque los estudiantes son el cuerpo y el alma de dichas estructuras vacías: los salones despojados de sus profesores-dionisíacos. Los estudiantes son la reciprocidad que la colonia ha pretendido arrebatarles: los estudiantes y los profesores como síndicos. Los estudiantes como los entes que nombren su presidente y sus decanos. No sólo se puede padecer la “ley”, sino que hay que ser parte de ella, hay que forjarla. Los estudiantes tienen que enamorar a Dike. Tienen que serla. Porque las Horas son la parte esencial de los que forjaron el tiempo de Kairós. Los estudiantes son los que pueden detener el tiempo acaecido de la “Casa de Estudios” (=Jaime Benítez). La universidad se ha tornado decadente. Y ella misma, anexionizada, se ha convertido en el sarcófago de los que pelearon para que la universidad no se les escurriera entre los dedos. Pero esto ha sucedido. Kairós se ha fatigado. Kairós se limaba las uñas.

¡La universidad no existe!

La universidad olía y huele a podredumbre. La universidad huele a “welfare”. Olía y continúa oliendo a plutocracia. Los estudiantes piden limosnas miserablemente en las esquinas y en los kioscos de una universidad apolillada que los convierte en la purulencia misma del espíritu. El saber universal se ha suspendido. Se ha sustituido por el “saber” del simulacro de la globalización. La universidad finge que sabe. Finge que performa. Finge que arde y que arte. Finge que premia la belleza de los “poetas” inexistentes que celebran el turismo. Su libertá de expresión ha sido sodomizada: ¡No grafites! ¡No carteles! ¡No poesíes! ¡No haikus! ¡No pienses! ¡No aforismes! ¡No fumes, ni te arrebates, ni bebas! ¡No hagas el amor! (¡Sólo habla en inglés cretinamente en los corredores de los hexágonos de la estupidez y de la muerte muñocista ahora, anexionista mañana!)

¡Alguien se ha robado la universidad!

La “política del saber” ha sido suspendida. Los exégetas han sido castrados en la lengua (en el falo y en el clítoris). Las hermenéuticas latinoamericanas han sido arrojadas a la basura. Los zafacones están de pláceme. Las violaciones están de moda en todos los pasillos oscuros de la universidad. El feminismo se ha cosido los labios de la cara y se ha cosido los labios de la vulva. El amor libre también ha fracasado. El crimen aumenta. El suicidio se desborda de las latas de carne beef. Las vitrinas se han llenado de suicidas. El siddha es el secreto de los monjes, de los poetas, de los oshos y de los suzukis. El siddha es profundamente zen.

El silencio de la universidad es espantoso. La complicidad de la universidad con la traición y con el reino de los colegas gusanos y colaboracionistas es siniestra. Elimas (Muñoz; Guadalupe: Magdala) es el líder del suicidio muñocista. El crimen triunfa.1 Y los colegas callan. Los araneros dirigen la universidad, la encarcelan, la empobrecen, la roban, y la encarecen.

¿Para qué escandalizar los espacios vacíos de su propia idiotez y de su propia despersonalización? “¿Qué escándalo soy yo para mí mismo? Porque el escándalo trivial de los escandalizadores de la democracia en su des-funcionalidad no nos afecta, porque el parricidio y el matricidio se han convertido en el hecho cotidiano de la sociedad del espectáculo, donde irrumpen la fraternidad del terror y los adolescentes oscuros. Kierkegaard-Nietzsche, Jesús-Gandhi, Nerval-Van Gogh, Breton-Artaud, etc., serían los modelos desastrosos y radicales de este rompimiento burgués. Ante ese-gesto-de-la-violencia-santa, importa poco el silencio de los que fingen, o-el-silencio-de-la-“inmensa”-mayoría-de-la-democracia-invasora (o-el-silencio-de-la-democracia-hegemónica).

El saber se han convertido en mercancía.



* Noticia sobre Iván Silén2
¿Quién es Iván Silén?
Una respuesta (entre otras posibles) directa: es el único escritor puertorriqueño de la segunda mitad del siglo XX —generación de 1970 (con Rosario Ferré)— que ha desarrollado una obra variada y extensa (poesía, “filosofía,” ensayo, novela, cuento, teatro, crítica literaria, pintura, docencia, activismo) a partir de la carnalidad entre el poeta (esquizo) y el filósofo (rebelde).
Como le cabe a una personalidad “áspera,” que no se acobarda ante el poder y que no se rinde frente a la asimetría de la afrenta, Silén (1944) se perfila como un escritor “guerrero” que mata con la pluma. Un neocervantino que, por ejemplo en el libro de ensayo Nietzsche o la dama de las ratas (1986), le hizo un ajuste de clase al aristócrata nietzscheano, creando así —sin por ello matar a Nietzsche, a quien admira críticamente— un nuevo personaje en la literatura puertorriqueña: “el paria,” semilla de otras subjetividades que Silén creará, como la del “El Antinihilista,” en lucha contra el poder, esta vez de la posmodernidad dominante. Una pelea que posiciona al “poeta guerrero” entre los intelectuales más antiposmodernos de la finisecularidad puertorriqueña (años 80 y 90). Uno de los pocos que, entre otras críticas que le hace a la literatura contemporánea, ha condenado el fetichismo de la “intertextualidad” como algo que no hace sino “corromper la originalidad” de la obra.
Además, Silén es de los pocos de su generación que problematiza literariamente (con fervor conscientemente anacrónico) su religiosidad, que en su caso remite a la tradición que Samuel Silva Gotay estudió en Protestantismo3 y política en Puerto Rico (1998). Un protestantismo silenizado, por supuesto, que al recordar las lides literarias del pasado juvenil (en la década de 1970), pone en claro la naturaleza de la batalla que entabla con sus iguales: “Pero ellos, no yo, eran los que no podían bregar con la propuesta cristiana que yo representaba y he seguido representando <ateamente> hasta el día de hoy.”
El asombro lingüístico. Ante lo que el poeta-filósofo llama “el lenguaje de la diferencia,” se impone con especial frenesí lírico la creación de sustantivos (realidá, libertá, demokracia), verbos (verdar, budar, poesiar, “poesío, luego existo”), y sobre todo, adverbios (diosmente, hombremente, poesíamente). “El lenguaje ya no será solamente ‘la casa del ser’ (Heidegger), sino la forma del gozo, el yunque donde se forja la diferencia de ser.”
Fundado en una política profunda, “el lenguaje es la patria colectiva que el poeta construye para todos,” con una praxis afectiva, “La alegría de la libertá es el reconocimiento de la imaginación consigo misma: el placer de crear lingüísticamente el mundo,” Silén reafirma categóricamente la lengua de la puertorriqueñidad:
Esta muralla del español como cultura, como mito y como realidad de la revolución, este baluarte de ser… era y ES el paredón inconsciente que el mismo anexionismo no ha podido salvar. El ‘ser yanqui’ se estrella contra la costumbre del español.
Vértigo ante el hedonismo literario trabajado cuidadosamente con goce crístico (una cruz que se lleva con alegría; pero también con violencia), desde un erotismo pagano que libidiniza lo político.
Vértigo ante la estética de lo sublime, cuya primera afirmación plantea que: “lo siniestro encanta… El hombre, entonces, vive encantado… Por esa parte que no sólo lo aterra, ese deseo de huir de ella, sino que lo obliga a volver a ella oscuramente para embellecerla.”
Vértigo ante el poeta-filósofo que, como Nietzsche, se sabe un escritor póstumo; cuyos lectores vendrán después: “El ‘éxito’ importa poco. ¡El éxito no tiene sentido! Publica y los que tienen oídos, verán; escribe y los que tienen ojos, oirán. El poeta es, entonces, la angustia y la ira, una política, una estética y una ontología de rebelión, así como Lope Aguirre, der Zorn Gottes.4


Fecha de recepción 10 de diciembre de 2013

Fecha de aceptación 17 de enero de 2013



1 La universidad me ha vuelto a dejar sin trabajo (2011, 2013). En el fondo les resulto a los síndicos y a los decanos muy “profesor”, muy “violento”, muy “poetafilosófico” y muy “metagrameticalista”. El lenguaje arde Jericó y bastillamente.
2 Por Francisco Cabanillas
3 Crecí en una familia Protestante. Mi padre era ministro. Mi abuelo, el reverendo Angel Acevedo Ruíz, había sido un ministro incansable de la Primera Iglesia Bautista de Santurce, Puerto Rico. Yo lo admiraba como jamás admiré a mi padre y como jamás he admirado a nadie más: ni a Dostoyevski, ni a Kafka, ni a Pessoa, ni a Artaud, ni a van Gogh, ni a Vallejo, ni a Rumi, ni a nadie. Lo admiraba, porque él representaba (pequeño, anciano, entrañable) la figura de un Jesús originario y bíblico.
4 ¿Puede considerarse a Lope de Aguirre como el gestor del primer grito de la independencia americana? ¿Un simple delirante? Las cartas de Aguirre muestran a un hombre bien educado y de buena caligrafía. Pero también fue intrigante, grosero, torpe, desagradable, ambicioso, temperamental, exaltado, astuto, hábil, rebelde, temerario y, a la vez, temible, peligroso, fanático, vengativo y libertario. Para muchos, Lope de Aguirre es la sublimación extrema del carácter español, capaz de lo mejor y de lo peor, de las más gloriosas gestas y las más abyectas infamias, concediendo un valor absoluto al Honor: no perdona ni olvida ninguna ofensa y el no vengarse es para él una ofensa en sí; mata a su hija para salvaguardar su honor. Es fuertemente paranoico, lindando con la psicopatía; mata con facilidad a sus enemigos e incluso a sus seguidores poco entusiastas. Se le atribuyen, directamente o por orden suya, 72 asesinatos: 64 españoles, tres sacerdotes, cuatro mujeres y un indio, lo que indica su falta de miramientos por sexo o condición. Duerme vestido y armado, rodeado de sus fieles, desconfía de todos. Respeta a las mujeres decentes pero desprecia a las que no lo son. Pero también fue un hombre que combatió a todo un Imperio cara a cara. Que realizó una prodigiosa singladura a través de Sudamérica. Que, a su manera, pedía justicia. Cuya carta de rebeldía es más una carta de un súbdito desencantado que la arrogante misiva de un tirano. Y que además concedió la igualdad de derechos a negros e indios (recordemos, era el s. XVI). Dijo una vez Aguirre "Aquí el que dice la verdad es tratado de loco". Aguirre dijo lo que creía y actuó en consecuencia. Ese fue Lope de Aguirre, el loco Aguirre, el tirano Aguirre, Aguirre la ira de Dios !

Revista Observaciones Filosóficas - Nº 14 / 2012


Director: | Revista Observaciones Filosóficas © 2005 -