Se suele caracterizar el pragmatismo como la doctrina que identifica los valores de verdad con los de utilidad. Así, el pragmatismo consistiría en sustituir los valores 'verdadero' y 'falso' por los de 'útil' e 'inútil'. Se suele aludir a William James como uno de los mentores de tal doctrina. Dejaremos de lado aquí la discusión en torno de si es tan efectivo que una doctrina como la de William James se reduce o no a un postulado tan simplista como ese. Hay obras que se dedican a tal discusión, y una de ellas es El pragmatismo. Un debate abierto de Hilary Putnam, en que se defiende la posición de William James, tratando de hacer ver que su doctrina es algo más que eso. En todo caso sea cual fuere la posición de W. James, lo cierto es que se trata de un pragmatismo que podríamos tildar de clásico, y que comprende a autores como Peirce y Dewey, además de W. James. Hoy en día se suele extender el pragmatismo a un círculo más amplio de autores, que tienen en común el modo de hacer filosofía, y con el cual pretenden dar cuenta de la realidad a partir de la praxis. Una buena clave que nos permite entender este nuevo tipo de orientación metodológica es la que hallamos en Ser y tiempo, en donde Heidegger se orienta a la actitud de los griegos, quienes llamaban 'prágmata' a las cosas, dando a entender que las cosas son aquello que comparece ante uno en la 'praxis'. Pragmatismo vendría a ser, en este sentido, una suerte de realismo, en tanto da por evidente que hay un mundo de cosas, pero cuyo sentido lo determina la praxis humana o se manifiesta en ella. Las cosas y el mundo que nos circunda comparecen en nuestra praxis. En este sentido es una suerte de pragmatismo el análisis del lenguaje al modo como lo llevan a cabo Wittgenstein, Austin y otros. Por cierto de trata de un pragmatismo en un sentido más amplio que el señalado al inicio de este trabajo, el pragmatismo clásico. Para distinguir este pragmatismo, hablaremos de pragmatismo crítico, en cuanto que se presenta como un intento de superación del escepticismo iniciado por Descartes. Estas consideraciones de índole general aquí presentadas sólo tienen por objeto establecer un marco de referencia para analizar las reflexiones de Popper sobre lo que él denomina 'pragmatismo consecuente'. Está claro que Popper no desarrolla sus reflexiones enfrentándose al problema cartesiano acerca de la existencia de un mundo extramental, sino más bien a un problema de orden epistemológico, a saber, el problema de si es posible obtener enunciados universales a partir de observaciones particulares, que es el problema básico de la inducción. Popper al enfrentar este problema más bien recurre a una caracterización muy somera del pragmatismo clásico, que ve en él la identificación de los valores de verdad con los valores de utilidad, considerando que una manera de dar una solución adecuada al problema señalado puede hallarse recurriendo al pragmatismo, pero salvando la diferencia entre los valores de verdad y utilidad. En el presente trabajo, por tanto, comenzaremos por exponer la propuesta pragmática de Popper, tratando de ver posteriormente si su propuesta puede enmarcarse, y bajo que condiciones en lo que hemos denominado pragmatismo crítico, en la línea de Wittgenstein u otros contemporáneos.
En el libro Los dos problemas fundamentales de la Epistemología , Popper considera que uno de los problemas fundamentales lo plantea, en las ciencias empíricas, la formulación de leyes que deben tener un valor universal a partir de observaciones particulares. Es el problema de la legitimidad de la inducción. Formulado epistemológicamente, el problema consiste en saber si los enunciados universales en que se formulan las leyes naturales pueden ser verificados en forma concluyente; o dicho de otra manera, si son o no enunciados auténticos. Popper considera que tales enunciados no se pueden verificar en forma concluyente, debido a que si bien se refieren a eventos empíricamente observables, son enunciados acerca de un número ilimitado de casos, lo que hace imposible su verificación en forma concluyente, lo que los torna en buenas cuentas meros pseudoenunciados. Popper supone aquí que un enunciado es tal en la medida en que se le puede verificar en forma concluyente, lo que en el caso de las observaciones empíricas vale sólo para los enunciados singulares. Los enunciados que formulan leyes de la naturaleza enuncian más de lo que puede ser empíricamente comprobado. ¿Qué son las leyes naturales, epistemológicamente hablando, si no son enunciados auténticos? Esta es una de las cuestiones fundamentales de la epistemología, a la que se le ha dado dado una serie de soluciones, en variadas respuestas. Popper recoge bajo el apelativo común de 'pseudoenunciativas' a aquellas soluciones que parten de la base de que las leyes de la naturaleza no son enunciados auténticos. Inscribiéndose bajo este tipo de solución, Popper sostiene que una adecuada de solución se abre si se tiene en cuenta el carácter pragmático de las leyes de la naturaleza. La cuestión, en este contexto, se reduce, entonces, a saber positivamente en que sentido una ley de la naturaleza es una oración de tipo prágmático.
Lo propio de la solución pragmática que Popper ve con buenos ojos consiste en considerar una ley de la naturaleza como una expresión de tipo práctico, esto es, como una expresión que sirve de directriz o instrucción para formar enunciados. Este tipo de consideración es pragmática bajo dos respectos, primero porque atiende al uso de la expresión, preguntándose para qué sirven, y, segundo, porque ve en ella, de acuerdo a su uso, una directriz o norma para formar enunciados. Pues bien, la primera solución en este sentido sería, a juicio de Popper, la propuesta por Schlick en su artículo "Die Kausalität in der gegenwärtigen Physik", quien la reconoce explícitamente deudora del pensamiento de Wittgenstein. Popper aclara que lo propio de una ley natural es servir para establecer enunciados auténticos, esto es, singulares, y 'más exactamente, pronósticos'. Un ejemplo ilustrativo de esta caracterización, según Popper, sería el siguiente: la ley que sostiene que las trayectorias de los proyectiles se comportan aproximadamente como parábolas proporciona las instrucciones para calcular o predecir la trayectoria de un proyectil en particular, pudiendo establecerse, en virtud de ella, un enunciado como: "La trayectoria de este proyectil tendrá aproximadamente la forma de una parábola (más exactamente, la de una curva balística)". Esta posibilidad de predicción de un caso particular que se puede hacer en virtud de una ley, como el de la trayectoria de los proyectiles, mostraría en forma suficiente su carácter pragmático, permitiendo considerarla como una suerte de instrucción práctica. Pero esta solución no es suficientemente clara, ya que también el enunciado singular resultante puede considerarse, a su vez, como una instrucción. Así, por ejemplo, el enunciado singular: "La trayectoria de este proyectil tendrá aproximadamente la forma de una parábola ( más exactamente, la de una curva balística)", obtenido de la ley general aludida, puede servir para enunciar este otro pronóstico: "El proyectil va a rebotar en aquel lugar". La dificultad radica en que no se ha dado con una caracterización determinante de lo que es una ley de la naturaleza, al caracterizarla como una instrucción para la obtención de enunciados, pues también un enunciado auténtico puede ser caracterizado como una instrucción para la obtención de enunciados; aún más, un enunciado auténtico puede incluso ser considerado como una prescripción de qué hay que hacer para llevar a cabo una acción particular. Así, por ejemplo, según Popper, si se dice a alguien que no conoce una habitación: "a la izquierda, en el rincón, etá el interruptor de la luz", puede tener el sentido de un 'imperativo hipotético', a saber: "si quieres encender la luz, debes ir al rincón, a la izquierda y apretar el interruptor". Según ello, no habría razón suficiente para calificar a las leyes naturales como pseudoenunciados; por la sola razón de que pueden tener el sentido de instrucciones para algún tipo de acción (incluida la obtención de enunciados), puesto que también los enunciados auténticos pueden ser interpretados en tal sentido. Por la misma razón podrán ser consideradas las leyes de la naturaleza como enunciados auténticos, si la característica de ellos es más bien servir de instrucciones para la acción, y en tal sentido se debería sostener que, al igual que los enunciados singulares nos describen algo acerca de la realidad. Sin embargo a pesar de la dificultad señalada, advierte que 'a pesar de todo... esta alusión al carácter pragmático de las leyes naturales es fundamental y puede ayudar a ver claro en qué dirección hay que buscar la solución al problema aquí planteado', a saber: ¿qué son las leyes de la naturaleza si no son enunciados auténticos?
Ahora bien, hay que tener en cuenta que Popper, si bien considera que el pragmatismo es una buena vía para la explicación de lo que es una ley de la naturaleza, de acuerdo a su visión del pragmatismo clásico, sostiene que es menester salvar la distinción entre valor de verdad y valor de utilidad, pues en su concepto no se les puede identificar. La razón que invoca para sostener que esta distinción se ha de mantener radica, según él, en que los valores de verdad son atemporales, en cambio los valores de utilidad dependen de la finalidad y en tal sentido pueden variar según las circunstancias. A una posición pragmática que mantenga esta distinción la denominará 'pragmatismo consecuente'. ¿Pero en qué sentido puede darse una posición que siendo pragmática, sustente a la vez la distinción entre los valores 'verdadero' 'falso' y los valores 'útil' o 'inútil'? Al parecer se trataría de una posición que pretende sostener un contrasentido, al querer mantener la distinción entre lo verdadero y lo útil desde una perspectiva pragmática. Para Popper, el problema tal como ha sido planteado, acerca de qué son las leyes naturales, si no son enunciados auténticos, se ha sustentado sobre el supuesto de que 'teoría' y 'praxis' son dos entidades irreconciliables entre sí, lo que ha llevado a una suerte de callejón sin salida. Sobre esta base estaría sustentando Schlick, por ejemplo, que se da una distinción entre un enunciado verdadero y una prescripción útil. Popper sostiene al respecto lo siguiente: "Creo que ésta es justamente la objeción más importante que podría hacerse contra su concepción (esto es, la de Schlick): el que abre un abismo entre 'teoría' y 'praxis' que de hecho no existe". El punto de vista pragmático que propone Popper para la consideración de las leyes de la naturaleza se puede resumir del siguiente modo: tanto ellas (en tanto enunciados generales) como los enunciados singulares son dos tipos diferentes de estructuras lógicas, pero que tienen algo en común, esto es, que ambas pueden ser consideradas como prescripciones de tipo práctico. De este modo, Popper se inclina hacia un pragmatismo, pero presuponiendo que verdad y utilidad no son identificables. El problema, entonces, se reduce a saber cuáles son las características específicas de estas estructuras lógicas, que tienen en común el servir de instrucciones prácticas. Popper se inclina por salvaguardar la característica típica de los enunciados (sean estos singulares o generales) aun cuando se les considere como expresiones prácticas o útiles, a saber, que se les puede asignar un valor de verdad. La diferencia entre enunciados singulares y enunciados generales estaría en el modo de asignación de los valores de verdad a unos y otros. Respecto al valor de verdad que se les puede asignar tanto a los enunciados empíricos singulares como a las leyes naturales, la diferencia estribaría en que a los primeros se les puede asignar un valor de verdad absoluto, en cambio a las segundas sólo un valor de verdad provisional . Esta caracterización de lo común de las leyes de la naturaleza con los enunciados empíricos singulares es, sin embargo sólo una parte del asunto, pues, no está claro cuál sea la diferencia entre los valores de verdad y utilidad, si es que la hay, más aún si se entiende que unas y otros son prescripciones para la acción. Si son prescripciones para la acción y se caracterizan por ser evaluables como verdaderas o falsas, entonces los valores de verdad se identifican con los de utilidad. De ser así no se cumple con el postulado de un pragmatismo consecuente. La cuestión es ahora, si los valores de verdad son identificables (o 'traducibles' entre sí). Popper hace una indicación valiosa al respecto y que merece sea tenida en cuenta: en el caso de las leyes de la naturaleza (al igual que en el caso de los enunciados singulares empíricos) se puede sostener que se comportan como instrucciones, y por tanto, son útiles, pero su utilidad está orientada a la verificación de las mismas; y esto las diferencia de otras leyes, como las leyes o 'prescripciones que regulan la vida social de los hombres'. . En el caso de las primeras es 'traducible' el valor de utilidad en términos de valor de verdad, en el caso de las segundas no. Es esta observación la que nos permite plantear la cuestión si es posible un pragmatismo consecuente, y bajo que condiciones.
Habiendo revisado el planteamiento de Popper respecto del pragmatismo consecuente, quiero detenerme ahora a considerar si es posible, y bajo qué condiciones, un pragmatismo de ese tipo, esto es, un pragmatismo que sin dejar de serlo mantenga la distinción entre los valores teoréticos y los valores prácticos. Creo que las corrientes contemporáneas de la filosofía, como lo dije al comienzo, se desarrollan bajo la impronta de un pragmatismo, y ciertamente de un pragmatismo crítico, conforme a lo dicho al inicio de este trabajo, y que resulta compatible con el pragmatismo consecuente propiciado por Popper. Me parece que el caso mas claro se presenta en la flosofía analítica, en aquellos autores que analizan el significado de las expresiones lingüísticas de acuerdo a su uso. Por ello me referiré globalmente a algunos de aquellos que según mi parecer son los más pertinentes de acuerdo al planteamiento de Popper. Para no apartarme del problema planteado por él, retomaré una observación suya, de que tanto las leyes de la naturaleza como los enunciados singulares "son acciones mediante las que nos ponemos en contacto directo con la naturaleza" , la que se ajusta al modo como ven las oraciones los autores que basan su análisis en el uso que le damos en el lenguaje ordinario. En el caso de los filósofos analíticos que tomaremos en cuenta se toma como punto de partida los actos de habla, que no son sino los actos con que solemos hablar en la vida ordinaria , 'acciones con que nos ponemos en contacto' de una u otra manera con la realidad. Aquí el punto crucial, para un pragmatismo crítico, estriba en no presuponer un tipo determinado de realidad, sino en desentrañar a partir de los actos con que hablamos qué tipo de realidad se nos hace presente. Actos como el de prometer, afirmar, ordenar, aconsejar, etc., nos hacen presente algo tanto como los actos de aseverar, describir, etc. En cada uno de estos actos de habla, en el mismo hablar (prometer, aseverar, ordenar, etc.) se hace presente algo, cuyo ser consiste justamente en hacerse presente en un acto de habla. Este tipo de entidad es expresada en el 'contenido' de la locución con que se realiza el acto de habla. Así, por ejemplo, cuando se expresa la aseveración: "Este verano es caluroso en Viña del Mar", su contenido, esto es, lo aseverado, es que este verano es caluroso en Viña del Mar. Lo aseverado tiene el carácter de un objeto, en la medida en que se le puede designar con un indicativo. Efectivamente, si se pregunta qué es lo aseverado, puede responderse: "Eso", a saber, "que este verano es caluroso en Viña del Mar". Incluso este contenido puede funcionar como sujeto de un juicio, por ejemplo: "Que este verano sea caluroso alegra a los turistas", lo cual es otra señal de que es un objeto, con todo derecho. Ahora bien, este contenido (lo aseverado) es objeto de una praxis (el aseverar), al igual que lo prometido en una promesa, lo ordenado en una orden, lo aconsejado en un consejo, etc. Aún más, un contenido que es aseverado, puede ser objeto de actos de habla no asertivos, como, por ejemplo, desear o apostar . En efecto se puede desear que este verano sea culuroso en Viña, y también apostar que así será. Searle destaca en forma amplia que el contenido de un acto de habla puede serlo de varios actos de habla diferentes, asertivos o no asertivos. Por ejemplo, se puede afirmar que Sam fuma, o se puede preguntar si Sam fuma, o se puede desear que Sam fume, o se puede ordenar que Sam fume, etc. ¿Quiere decir esto que no hay diferencia entre un enunciado y otro tipo de oración? ¿Quiere decir esto que no hay diferencia, por ejempo, entre aseverar algo acerca de la realidad y ordenar que algo ocurra? Esta pregunta resulta ser clave para dilucidar la posibilidad de un pragmatismo a la manera de Popper. De hecho se suele hacer diferencia entre aseverar algo y hacer que algo ocurra en la realidad. Pero al parecer, por lo visto, como sostiene Austin, desde el punto de vista de la praxis no hay distinción entre aseverar algo y hacer que se realice algo, puesto que "cuando aseveramos algo o describimos algo o informamos algo, realmente ejecutamos un acto que es tan acto como el de ordenar o advertir", conforme a lo cual se puede concluir que "parece no haber buenas razones de por qué la aseveración debería ocupar una posición privilegiada" . ¿Equivale esto a sostener que tanto lo aseverado como, por ejemplo, lo ordenado en un acto de habla están destinados a ser puesto en obra? ¿Quiere decir esto, entonces, aplicado a las consideraciones de Popper, que cuando se asevera por ejemplo: "La trayectoria de un proyectil tiene la forma de una parábola", lo aseverado en este caso, que la trayectoria de un proyectil tiene la forma de una parábola, es un contenido destinado a ser puesto en práctica. ¿Quiere decir para Popper que una ley de la naturaleza o un enunciado empírico expresan un contenido en orden a que se apuesto en obra? De ser así, tendría razón la doctrina pragmatista clásica de identificar lo verdadero con lo útil. Pero esto obviamente sólo funciona si se tiene la expectativa de que el hecho contenido por la aserción sea puesto en obra. Pero parece que no es esta la expectativa en estos casos, pero que sí lo es en el caso de las ordenes o promesas. ¿Qué se quiere decir, entonces, que "cuando aseveramos algo o describimos algo o informamos algo, realmente ejecutamos un acto que es tan acto como el de ordenar o advertir"?..Al sostener esto Austin no acepta la doctrina pragmatista clásica de que se ha de entender por verdadero lo que ejecuta algo o es útil ; sin embargo, propone que se ha de redefinir la noción de verdad de modo que abarque tanto a uno como a otro tipo de oración . Lamentablemente el planteamiento de Austin apunta a algo común entre ambos tipos de oración, pero no aclara en qué estriba en definitiva la diferencia entre uno u otro tipo de acto de habla, tal que nos permitiera propiciar un pragmatismo consecuente en los términos de Popper. Searle, quien retoma la propuesta de Austin, apunta a establecer una distinción entre actos de habla propiamente asertivos y actos de habla propiamente prácticos (o 'ejecutivos' en terminología de Austin). Para Searle, los actos de habla propiamente asertivos, se diferencian de los actos de habla de tipo normativo (o 'directivo' en su terminología), en cuanto tienen una dirección de ajuste (direction of fit) con la realidad totalmente inversa; a saber, los primeros se ajustan al mundo, en cambio los otros no, sino que el mundo se ajusta a ellos . Esta manera de hablar, sin embargo, presenta la dificultad de que admite acríticamente la existencia de un mundo que dermina la dirección de ajuste de las locuciones. Por ello parece mejor la propuesta de Tugendhat, al hacerse eco de Kenny, en el sentido de que los actos de habla propiamente ejecutivos tienen el carácter de un fiat,, a diferencia de los asertivos, que no tienen tal carácter . Estas consideraciones permiten retomar lo propuesto por Popper, en el sentido de que no hay traducibilidad o identificación de lo verdadero con lo útil cuando se trata de una praxis que tiene por finalidad dar cuenta de la realidad, sea mediante una oración singular o una general. En el caso de la afirmación, ésta no tiene el carácter de un fiat, como dirián Keny o Tugendhat. En cambio, una orden, por ejemplo, tiene el carácter de un fiat. El análisis de los diferentes modos de comportarse los actos de habla nos da una pista al menos de cómo encarar el problema planteado por Popper acerca de la posibilidad de un pragmatismo consecuente, esto es, que salve la distinción entre los valores de verdad y los valores de utilidad.
Bibliografía: