La Filosofía –desde hace más de un siglo– se encuentra moribunda, pero nosotros no queremos ser sus sepultureros. La filosofía no está muerta, aunque, tal vez, sí este gravemente enferma, en tanto que ha caído en una profesionalización excesiva; la mayoría de los filósofos se limitan a comentar ideas canónicas y a realizar especulaciones académicas estériles, que no abordan ni proponen problemas nuevos. Pese a todo existen filósofos que están preparados para hacer frente a las grandes novedades de la cultura.
Ha sido Sloterdijk quien ha propiciado un cambio en el estado de ánimo de la Filosofía y en su formas de comunicación. Apoyado en una lectura muy potente de Nietzsche, este alemán crítico de la teoría social y mediática frankfurteana, denuncia el carácter nocivo de lo que denomina la "ciencia melancólica".
Los últimos hombres serán apáticos y sin afecto natural. Ya no se llega a hablar de lo que antes era un amor a la sabiduría, realmente ya no hay ningún saber del que se pueda ser amistoso.
La filosofía no se encuentra moribunda, sino más bien se mantiene en estado virulento todavía hoy, lo cual se debe sin duda a los resultados de su capacidad para hacer amigos a través del texto. De allí que escribir libros sea una empresa telecomunicativa claramente pos-pesimista.
El hombre es un animal hiperbólico, una exageración. Hay que aprender a desear, pero no esperar demasiado. En el intertanto tenemos que vivir. La vida no se puede suspender ni postergar –el juicio sí–, ser un proyecto siempre inconcluso nos hace esclavos de nuestros sueños. Pero la elección de un futuro no debe ahogar mi presente, mi emocionalidad, mi amor al riesgo y mi libertad para equivocarme ¡Todos vivimos, en parte, de anticipaciones de nosotros mismos!.
El ser humano, como término correlativo a la técnica, es el resultado de un des-ocultamiento, que desvela su modo de salir de la naturaleza hacia la cultura técnica. Sloterdijk sostendrá que es a través de la noción de antropotécnica por la que el hombre des-oculta los caracteres latentes de su prehumanidad. Es a causa de su infradotación orgánica que el ser humano despliega su potencial técnico. No es, entonces, que el hombre haga "uso" de la técnica, sino que el hombre es, en sí mismo, un animal técnico.
La filosofía no sirve al Estado, ni a la Iglesia, que tienen otras preocupaciones. No sirve a ningún poder establecido. La filosofía sirve para hacer de la estupidez una cosa vergonzosa. La Filosofía es una empresa de desmitificación.
La filosofía alemana universitaria ha padecido, después de las últimas propuestas creadoras (Heidegger, Adorno, Bloch), una esclerosis múltiple que ha alertado sobre su defunción. Como señala Eugenio Trías: “no hubo en Alemania una explosión filosófica entre los años sesenta y ochenta comparable a la francesa (la de todos esos grandes filósofos, ya muertos, que constituyeron la cúspide de la grandeur filosófica de nuestro país vecino: Sartre, Merleau Ponty, Gaston Bachelard, Foucault, Deleuze, Derrida) y la armada italiana ...”
Alemania se ahogó en un estéril academicismo que ha terminado por cercenar toda su gran vena creadora, y que hasta Adorno y Heidegger había poseído una continuidad asombrosa: de Leibniz a Nietzsche, de Kant a Husserl, de Schelling a Cassirer. Sólo se han trazado, en las últimas décadas, proyectos sincréticos, como el de Habermas, limitados a la teoría política, pero sin ese estremecimiento de emoción y razón que caracteriza a toda verdadera propuesta filosófica. Una inflación de virtuosismo académico ha asfixiado la creatividad. La sombra del nacionalsocialismo ha castrado toda una generación filosófica que ha preferido formarse en tradiciones ajenas, especialmente anglosajonas, a fecundarse en las propias.
Ahora bien, la “Filosofía italiana” post 90' tomo la posta, luego de la deconstrucción francesa y la arqueología foucaultiana. Los cruces, hibridaciones y recuperaciones, escuelas y “armadas” en frentes diversos se interna en las diversas interpretaciones de los autores emblemáticos de la contemporaneidad: de Nietzsche a Heidegger. Virno, Agamben o Esposito, eso que se ha dado en llamar la 'armada italiana' y que –sin duda– lidera las discusiones de este novísimo y vigoroso género filosófico (interdisciplinario) que conocemos como Biopolítica y –que comprende desde el disciplinamiento del cuerpo, la higiene de la nación a la Historia de la sexualidad– que el presente número de Observaciones Filosóficas dedica particular atención.
Por fortuna en lugar de disolverse en el polvo, la filosofía esta de vuelta en manos de los nietos de Adorno y Heidegger. De pronto el cuerpo de la filosofía –en estado catatónico– ha mostrado un nuevo pulso, el desarrollo de una idea filosófica, bien expuesta y argumentada, que es lo que da carácter e identidad a una filosofía. Pues bien, en la mismísima Alemania, de pronto, como un magnífico desmentido a todos los presagios mortuorios, la filosofía a despertado a un nuevo vuelo renacentista donde se aborda la historia de la intervención del hombre sobre el hombre, desde las antiguas tradiciones filosóficas de Oriente y Occidente hasta internarse en las modernas tecnologías génicas. Un pensamiento que con bella retórica y agudeza fenomenológica enfrenta los problemas de su tiempo, atento y perspicaz, que dibuja una “ontología de nosotros mismos”, que incorpora a sus observaciones todo aquello con lo que el hombre convive: signos, máquinas, animales, plantas, virus, bacterias, textos, obras de arte, museos, prótesis, intervenciones quirúrgicas, fármacos; a lo que se debe sumar la crisis del humanismo, la irrupción de la cibertecnología y el surgimiento del provincialismo global.
El pensamiento referido es la filosofía expuesta en esa magnífica trilogía denominada Esferas, y cuyo autor es Peter Sloterdijk, una auténtica obra maestra de filosofía. Allí hay todo lo que la verdadera filosofía implica: admiración, asombro ante la vida; vértigo ante la existencia; emoción por el hecho mismo de ser, de existir; elaboración de una idea (la idea de esfera). Articulación de ésta. Despliegue de las categorías que le corresponden.
Lo que mejor acredita a esa idea filosófica es la ejemplar exploración de ese ámbito que suele llamarse la primera categoría, o lo matricial. Algunas páginas son memorables: ayudado, como Virgilio, por un uso libre de la ginecología, se interna en ese inferos en el que habita, con Eurídice, el ser nuestro previo al existir (y al mundo), la vida en la matriz, la vida intrauterina, con sus principales cuasi-objetos, la placenta, el cordón umbilical, los tonos de soprano de la madre que se filtran por el líquido amniótico, el nacimiento ab ovo, el vínculo dual madre-hijo, la relación entre hermanos gemelos, etcétera.
Todo ese recorrido de ginecología filosófica es, a mi modo de ver, una verdadera diadema ontológica y metafísica. En tres o cuatro páginas de ese magnífico primer tomo se concentra más energía creadora de pensamiento que en los aburridísimos e infinitos textos archi-académicos que suele producir la Alemania de la segunda posguerra. Se entiende que para la Academia Sloterdijk sea L'enfant terrible de la Filosofía alemana. La filosofía genuina, siempre provoca y genera disputas intestinas.
También lo contrario: no todos los días puede saludarse la emergencia de una filosofía. En medio de la tierra baldía de la filosofía de hoy, una filosofía que se demora demasiadas veces –y se confunde con frecuencia con sucedáneos, con formas ensayísticas sin pulso metafísico, con periodismo de ideas sin aliento ni emoción– este texto de Sloterdijk constituye una saludable excepción. Tiene además el valor adicional de producirse en Alemania. Demuestra que incluso en este país, en el que el agobio interpretativo y exegético ha terminado devorando la creatividad, también puede resplandecer el futuro de una filosofía dispuesta a ir más allá de nosotros mismos.
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- La extrañeza propia del pensamiento contemporáneo, y de su devenir
con sus cruces, hibridaciones, recuperaciones, olvidos y nostalgias,
escuelas y “armadas” en frentes diversos, arriesga convertirse en
un vano gusto por la novedad, en una “comezón de oír” se interna
en las diversas interpretaciones de nuestros autores
emblemáticos, nuestros genios modernos, de Nietzsche a Heidegger, de
Freud a Foucault, de Sloterdijk a Bauman; de Jean-Luc Nancy a Virno,
Agamben o Esposito, eso que se ha dado en llamar la 'armada italiana' y
que –sin duda– lidera las discusiones de este novísimo y vigoroso
género filosófico (interdisciplinario) que conocemos como Biopolítica.
Asimismo los Estudios estéticos, que hoy más bien debiéramos calificar
como Estudios culturales o de Nuevos Medios, lo que
precisamente Peter Sloterdijk lleva a cabo como Rector de la
Escuela de Diseño de Karlsruhe.
En estos casi 10 años de publicación ininterrumpida, situación curiosamente inusual en las revistas académicas sobre Filosofía contemporánea. Revista Observaciones Filosóficas ha sido un testigo privilegiado de las trasformaciones, derivas, posicionamiento y capitulaciones de los diversos géneros filosóficos; de problemas, dilemas y controversias que siguen trayectorias a las que hay que estar atentos y que aquí damos un espacio privilegiado, propiciando lo exploratorio e investigativo, intentando construir nexos de sentido, y abordar los tópicos más relevantes del malestar que atraviesa nuestra cultura –asomándose en los entresijos de la filosofía contemporánea, para develar sus procesos embrionarios y comprender los problemas que hacen a la filosofía desde su mismo origen y gestación. Este aspecto embrionario y genético es lo más propio de la tarea filosófica, invitar a sus interlocutores a salir del estrecho ámbito de sus ocupaciones individuales para instalarse en el ágora pública, para participar de los relatos fundacionales, para asistir a la génesis, giros y fracturas de los saberes contemporáneos, en los que el pensamiento se busca a sí mismo en un intento de configurar una “imago mundi”, esta antiquísima expresión usada por los alquimistas– una representación del mundo que, apartándose de toda cartografía, expresa su significado mitográfico: es decir, una interpretación del mundo mediante imágenes o elementos que lo representan de una forma cifrada, hermética y polisémica.
El individuo es el testigo de la pérdida de la comunidad. El
individuo es alguien al que se lo define como alguien que sólo
tiene relaciones de exterioridad con el otro. Podemos advertir de
inmediato lo que la soledad del individuo puede tener de terrible, de
desastroso, de inhumano. Aun cuando, paradojalmente, nos encontremos en
plena euforia del individuo.
“El otro” tipificado como extraño por desconocido es un portador innato
de incertidumbre, de potencial peligro, siendo, tal vez, su mayor
amenaza, el atentar contra la clasificación misma que sostiene el orden
del espacio social en el que se inscribe mi mundo. Justamente, los
extraños irritan, desagradan, desconciertan porque tienden con su sola
presencia a ensombrecer y eclipsar la nitidez de las líneas fronterizas
clasificatorias que ordenan el mundo en el que vivimos, y de éste modo,
cuestionar de manera radical la presunta comprensión recíproca que el
“yo” tiene con el “otro”. El extraño, como cuestionador implacable del
orden al que ingresa desde tierras ignotas, ha sido a menudo tipificado
con el estigma de ser portador de suciedad, puesto que la suciedad es
el caos contaminante que el orden existente pretende expulsar, o bien,
contagiado de ambivalencia, puesto que ésta los hace irregulares e
impredecibles en sus reacciones.
El principio de incertidumbre, las ciencias de la complejidad, las
teorías del caos, lo hiper-textual, las lógicas paraconsistentes,
polivalentes o simplemente de la vaguedad, nos enfrentan al reto de lo
incierto, de la zozobra y la perplejidad; todo en nuestro
balbuceante intento de saldar cuentas con nuestra sensibilidad de
época, que excede -con mucho- los límites de la razón
cartesiana.
Cada época no sólo propicia, sino que también exige el
planteamiento de unos determinados temas y unas determinadas
preocupaciones. No sólo preocupaciones, sino también obsesiones, como
la sospecha de la caducidad de nuestros certezas. Lo
importante no son los hechos sino sus interpretaciones. La certeza de
un hecho no es más una verdad relativamente interpretada y por lo
mismo, incierta. La posmodernidad, por más polifacética que parezca, no
significa una ética de carencia de valores en el sentido moral, pues
precisamente su mayor influencia se manifiesta en el actual relativismo
cultural. La moral posmoderna es una moral que cuestiona el cinismo
religioso predominante en la cultura occidental y hace hincapié en una
ética basada en la intencionalidad de los actos y la comprensión inter
y transcultural de corte secular de los mismos. En este sentido la
posmodernidad abre el camino, según Vattimo, a la tolerancia, a la
diversidad. Es el paso del pensamiento fuerte, metafísico, de las
cosmovisiones filosóficas bien perfiladas, de las creencias verdaderas,
al pensamiento débil, a una modalidad de nihilismo débil, a un pasar
despreocupado y, por consiguiente, alejado de la acritud existencial.
Vivimos un tiempo sin certezas.
Los Artículos y textos que aquí se presentan intentan dar cuenta de
los latidos de un mundo cuyo pulso es difícil de tomar; y el ritmo en
el diagnóstico del pulso merece ser estudiado porque la historia
de su análisis es larga y profusa. He aquí pues un tratado sobre el
pulso.
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El desasosiego permanente del pensamiento occidental, que cobra cuerpo con las interpelaciones de autores emblemáticos, de Nietzsche a Heidegger, de Freud a Foucault, de Sloterdijk a Jean-Luc Nancy, nos fuerza a la serie de nuevas lecturas críticas y replanteamientos a las que hoy asistimos y respecto de los cuales Revista Observaciones Filosóficas ha sido un testigo privilegiado. A algunos de estos problemas, dilemas y controversias están dedicadas las páginas que siguen, escritas de modo exploratorio e investigador, intentando construir nexos de sentido, y profundizar en las raíces de problemas comunes y conflictos intelectuales.
Es así como presentamos un nuevo número de Revista Observaciones Filosóficas, una edición de antología, que además de abordar los tópicos más relevantes del malestar que atraviesa nuestra cultura y asomarse en los entresijos de la filosofía contemporánea, para develar sus procesos embrionarios y comprender los problemas que hacen a la filosofía desde su mismo origen y gestación. Para abordar este desafío nuestra publicación cuenta, en su Consejo Editorial con firmas tan destacadas como las de José Luis Pardo, Eugenio Trías, Jacobo Muñoz Veiga, Adela Cortina, Gianni Vattimo, Slavoj Žižek, Rüdiger Safranski, Julia Kristeva, entre los europeos; Carla Cordua, Cristóbal Holzapfel, Jorge Acevedo, Hugo Renato Ochoa, Mirko Skarica, entre los nacionales. Agradecemos a tan reputados especialistas que nos confíen sus trabajos, investigaciones e incluso traducciones originales, anotadas y en edición crítica para su difusión en nuestras páginas.
En este número nos preciamos de presentar trabajos de la profesora Dra. Carla Cordua Sommer –Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales 2011 (ex aequo con Roberto Torretti)– y del Profesor Dr. José Luis Pardo Torío –Premio Nacional de Ensayo 2005– otorgado por el Ministerio de Cultura de España.
“Filosofía”, en el sentido vago y corriente de la palabra, acontece
doquiera el hombre cavila sobre sí, doquiera se queda consternado ante
la incomprensibilidad de su estar-aquí, doquiera las preguntas por el
sentido de la vida emergen desde su corazón acongojado y trémulo. De
este modo se le ha cruzado la filosofía casi a cada hombre alguna vez –
como un sobresalto que nos estremece de súbito, como una aflicción y
melancolía al parecer sin fundamento, como pregunta inquieta, como una
sombra oscura sobre nuestro paisaje vital. Alguna vez toca a cada
quien, tiene muchos rostros y máscaras, conocidas e inquietantes, y
tiene para cada uno una propia voz, con la cual lo llama”.
La reunión aparentemente azarosa de los artículos que presentamos en
este número –que busca hacer justicia con aquellos trabajos que por una
u otra razón no encontraron lugar en ediciones anteriores– o números
monográficos, ha originado un efecto sorpresivo donde la aparente
diversidad de posicionamientos y perspectivas permite ver la
complejidad emergente del universo intelectual de nuestra época
crítica. Logrando así una visión panorámica y testimonial de los cruces
de lugar, de los problemas que convergen, y que sólo ahora se han
revelado como una galería o colección de estudios idiosincrásicos que
en sus entresijos dejan asomar caracteres y retratos de distintos
estados de ánimo, que son lo que, finalmente, constituye el fondo de
toda gran filosofía. Como señalaba Nietzsche todos los sistemas
filosóficos siempre son algo así como unas memorias inadvertidas y unas
confesiones involuntarias de sus autores. He aquí pues un conjunto de
artículos, investigaciones y traducciones que con la firma de
importantes autores dan forma a este número recopilatorio de Revista Observaciones Filosóficas.
La Filosofía es una actividad crítica y elucidante que se ejerce en el lenguaje. Como la inteligencia, se alimenta más de preguntas que de respuestas. Por ello la filosofía surge de la sospecha, la perplejidad y el asombro. Estando así llamada a remover creencias inerciales, a hacer tambalear certezas culturales y ampliar miradas obtusas que sólo giran sobre sí mismas. Este espacio busca poner en ejercicio el espíritu crítico, la vocación investigativa, así como abrir espacios al debate como aventura de lo humano, sin verdades clausuradas que sofoquen el pensamiento y nieguen la poesía.
El pensamiento goza de buena salud. Y, precisamente, la salud de la filosofía, está en proyectos como los de esta revista, donde el diálogo interdisciplinario, la discusión crítica y el pensamiento original e independiente permiten salir del marco hermético de ciertos departamentos universitarios, aislados y emplazados como sociedades secretas, con sus propias retóricas, e incluso sus propios ritos de iniciación.
Aquí se invita al lector a salir "hacia adentro" de su propia disciplina, al ágora pública, para asistir a la génesis, giros y fracturas de los saberes contemporáneos, en los que el pensamiento se busca a sí mismo en un intento de readecuar su imagen del mundo. La máscara irónica postmoderna ocultó ciertas aristas y, si bien sirvió para desmontar métodos, quebrar ingenuidades y apagar candores, cuando se mira hacia adelante nos deja ante la tarea de replantear nuestras posiciones ante el conocimiento, ante la esfera del saber humano, que gravita hoy alrededor de lo complejo, de lo incierto, de lo probabilístico, de lo caótico, y de lo estético como campo de proyección de la experiencia. Todo esto en un intento de saldar cuentas con nuestra sensibilidad de época, con los límites de nuestra razón.
"He
anotado todos estos pensamientos como observaciones, en párrafos
cortos, de los que, en algunos casos, hay una cadena bastante larga
sobre un mismo tema, mientras que en otros paso repentinamente de un
tema a otro. Al principio, tenía la intención de reunirlo todo en un
libro cuya forma me imaginé de manera diferente en distintos momentos.
Pero lo esencial era que los pensamientos procedieran de un tema a otro
en un orden natural y sin interrupciones.
Tras varios intentos fallidos para amalgamar mis resultados en dicho conjunto, me di cuenta de que no lo lograría nunca. Lo mejor que podía escribir nunca dejaría de ser más que observaciones filosóficas; mis pensamientos se paralizaban pronto cuando intentaba forzarlos en una única dirección en contra de su inclinación natural. Y por supuesto, ello tenía que ver con la naturaleza de la investigación. Esto nos fuerza a viajar por un amplio campo de pensamientos entrecruzados en todas las direcciones.
Las observaciones filosóficas de esta obra son como diversos esbozos de paisajes hechos en el curso de esos largos y comprometidos viajes.
Se abordan una y otra vez, desde distintas direcciones, los mismos puntos y otros casi iguales haciendo cada vez nuevos esbozos. Muchos de ellos fueron mal dibujados o eran poco característicos, con todos los defectos de un mal dibujante. Tras rechazarlos, quedaban unos cuantos tolerables, que ahora tenían que ordenarse, y a veces cortarse, de modo que si uno los miraba, podía obtener una imagen del paisaje. Así que, en realidad, este libro no es más que un álbum."
Prefacio de Wittgenstein: en Investigaciones Filosóficas.
Observaciones
Filosóficas constituye un verdadero observatorio desde el cual es
posible contemplar en cercanía lo que podría parecer distante. Pero se
trata en realidad de un observar activo, por cuanto esta página tiene
el carácter de un instrumento de trabajo; la sabia integración de
textos filosóficos ordenados por categorías, traducciones, noticias y
documentos, sitios especializados en filosofía, entrevistas, libros y
manuscritos significa contar con recursos que permiten establecer lazos
que, en su entrelazamiento, componen una verdadera cantera de infinitas
posibilidades. La composición de un texto filosófico ha consistido
siempre en establecer un cruce entre realidad, pensamiento y acción, en
el que el sentido de cada uno de estos términos queda establecido por
la forma como éstos se intersectan. En este sentido Observaciones
Filosóficas, como página abierta a todas las formas de
entrecruzamiento, ya constituye, ella misma, legítima filosofía. Pero,
además, da cuenta de la libertad que se ha tomado el pensamiento
contemporáneo al rebelarse contra caminos canónicos prefijados para
recorrer estos términos, y que había permitido hasta ahora definir las
distintas "escuelas" según se establezca como punto de partida la
realidad, el pensamiento o la acción. La mutua imbricación de estos
términos configura una suerte de hipertexto cuya lectura no obliga a
realizar ningún recorrido determinado a priori; más aún, la filosofía
desborda todo intento de clausurar sus temas, sus intereses, sus
pasiones y, por ello, Observaciones Filosóficas se interna en el cine,
en la literatura, en la ciencia, en la psicología, en la creación
artística, y todo ello sin dispersarse, sino, por el contrario,
'nucleando' cada vez, gracias a una acertada elección de artículos y
textos, todos los contornos de la filosofía que, paradójicamente, son
los que la configuran. Por el contrario, una filosofía desfigurada es
la que sólo se ocupa de sí misma; si la reflexión es mera flexión, si
busca afirmarse narcisistamente en sus propios supuestos y no entra en
el juego de distintos lenguajes, de las diversas figuras del vivir, se
convierte en una arquitectura ciertamente monumental, pero de aquellas
que sólo se las admira cuando están en ruinas, cuando ya no se percibe
el chasquido del látigo que las hizo posibles. Se trata, pues, de un
lugar de encuentro, una suerte de ágora por la que ha de transitar una
ciudad en diálogo, plaza abierta y pública, mercado en el que la moneda
de intercambio no es sino el rigor y la disponibilidad a ser
interpelado. No obstante, la misma virtualidad del lenguaje se expone a
ser infectado por distintos virus que pueden cambiar el sentido de los
textos, de eso se trata, de una página que no teme a los virus, porque
la misma filosofía puede ser entendida como un virus que "infecta" los
saberes, el arte, la vida, hurgando en los resquicios, acoplándose casi
parasitariamente a toda pretensión de sentido. Así, publicar en
Observaciones Filosóficas y también leer sus textos significa exponerse
a ser contaminado, basta entrar en un texto para descubrir una curiosa
e íntima 'simpatía' con los otros, dialogan y se interpelan entre sí,
se cuestionan unos a otros, se conjugan y conjuegan sin estorbarse.
Asimismo, los autores provienen de tan distintos confines que queda en
evidencia el carácter nuclear de esta página, todos confluyen en un
punto sin que, no obstante, tengan que hacer abandono de lo propio.
Pero no debe entenderse "lo propio" como algo sobre lo que se tiene
propiedad, por de pronto porque Observaciones Filosóficas es de suyo un
espacio público, como corresponde a toda legítima filosofía, pero
además porque, si se puede hablar de "propiedad" en filosofía, esto
paradójicamente ocurre sólo cuando otros rescatan, reconfiguran y
resignifican lo pro-puesto, es decir, toda "ponencia" filosófica, si es
legítimamente tal, pos-pone a su autor. Un sitio como éste, entonces,
sitúa a la filosofía en lo que es su hogar propio, reconstruye lo que
fue su lugar de nacimiento, el ágora: plaza, mercado, espacio de la
política y de las fiestas, de juicios y diálogos, lugar de paso y de
encuentro, donde la palabra fue acción y la acción palabra, donde se
gesta y materializa una ciudadanía que, no obstante, se proyecta
siempre más allá de todo horizonte.